PENSAMOS. Nuestros pensamientos pueden ajustarse a nuestras experiencias en la vida o por lo contrario pueden ser una proyección de nuestros miedos e inseguridades. En ocasiones alimentamos nuestro enfado, tristeza o miedo con pensamientos que "justifican" como nos sentimos, pero que a la vez nos mantienen demasiado tiempo en nuestro malestar y nos impiden actuar.
Es importante revisar las creencias que hay detrás de nuestros pensamientos y elegir las que nos ayudan a tomar nuestra vida, flexibilizando o soltando aquellas que ya no nos sirven.
SENTIMOS. Todas nuestras emociones son necesarias, incluso las que llamamos negativas porque nos causan malestar. Es precisamente por esa incomodidad que, en general, nos han enseñado a evitarlas y a reprimirlas, cuando lo cierto es que las emociones son maravillosas porque nos movilizan. El problema aparece cuando no nos permitimos sentir o cuando las emociones nos desbordan y no sabemos como gestionarlas:
- Un exceso de alegría nos puede llevar a la euforia y por lo tanto a no cuidarnos.
- Demasiada tristeza nos puede hacer caer en una depresión.
- Mucho miedo nos puede conducir a una fobia.
- Una ira excesiva y mantenida en el tiempo nos puede hacer sentir odio.
- Un amor (vínculo o apego) exagerado nos puede llevar a la dependencia.
INTUIMOS. Nuestros juicios sobre la realidad pueden hacerse mediante la lógica y la razón o basándonos en nuestra intuición, es decir, teniendo en cuenta nuestras impresiones y sensaciones.
La intuición es conocimiento basado en la experiencia y adquirido a través de nuestros sentidos, de una forma pre-consciente, de manera que la persona que intuye no es capaz de formularse ni contar a otros cómo llegó exactamente a sus conclusiones.
Todas las personas nacemos con capacidad para intuir, aunque nuestra educación normalmente nos lleva por el camino del razonamiento y no nos enseña a escuchar nuestro cuerpo. Cuando estamos dispuestos a intuir, el conocimiento sobre nuestra realidad se nos presenta en forma de certezas.
TENEMOS SENTIDO DE LA TRASCENDENCIA. Solemos asociar trascendencia exclusivamente a religión y espiritualidad, pero lo cierto es que, independientemente de nuestras creencias (o en su ausencia), forma parte de nuestra naturaleza humana querer vivir después de la muerte, en el recuerdo y el corazón de nuestros seres queridos o en lo que hemos aportado al mundo (conocimientos, hechos, acciones...)
La vida se nos presenta maravillosa y cruda a la vez y somos nosotros los que decidimos cómo transitar lo que nos toca vivir. Llegamos muy bien equipados: pensamos, sentimos, intuimos... QUEREMOS VIVIR con mayúsculas y podemos hacerlo si elegimos el equipaje que nos hace sentir plenos y al mismo tiempo ligeros. Merece la pena y también la alegría! ;-)
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