Querido miedo, has llegado de pronto, sin avisar. Te escucho, tomo conciencia de lo que vienes a contarme y te abro la puerta de salida. Aunque sé de tus buenas intenciones, no te necesito. Mi corazón habla más alto que el estómago que te acoge y la mente que te alimenta. Gracias por venir a decirme lo que aún me queda por sanar. Te suelto para que el amor fluya libre por todo mi cuerpo, por todo mi ser. Te agradezco las veces que me salvas de peligros reales, que me alertas para que reaccione. El resto del tiempo vivo sin ti. Libre y anclada en mis profundas raíces sé que puedo volar.
Cristina C.
Cristina C.
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